Programar online en el municipio o la comarca. Expectativas y realidad.

Hemos entrado en una nueva etapa en la que lo “online” se convierte en algo más que una alternativa para la cultura. Sin embargo, como programadores, podemos tener una visión parcial y sesgada del medio virtual que, o bien nos disuade de incorporarnos a él o nos genera expectativas infundadas.

En 2020, debido a la situación ocasionada por la alerta sanitaria, la cultura ha experimentado una importantísima migración a internet. Han proliferado y se han desarrollado nuevas plataformas y se han creado cientos, miles de espectáculos, visitas y guías virtuales desde museos, teatros, auditorios y toda clase de espacios y agentes culturales.

En paralelo, el consumo de cultura online también ha dado un salto gigantesco, creando nuevos hábitos entre los usuarios y usuarias de oferta cultural.

Pero quienes programamos, hemos de considerar los diversos factores que pueden hacer de esta alternativa una auténtica herramienta para seguir acercando la cultura a la ciudadanía, sin caer en los tópicos y excesos que se manejan en los grandes medios de internet, que mermen nuestros recursos, distorsionen nuestras acciones y confundan a nuestras audiencias. Debemos dimensionar nuestro área de trabajo, pues hay un gran territorio entre el internet de masas y el de ámbitos concretos.

Con la incidencia de la pandemia, programar o no de forma presencial supone un difícil reto en varios sentidos; el primero es la incertidumbre de poder realizar el evento, el segundo es el temor de una parte de la población a asistir e incluso a que se produzcan encuentros de cualquier tipo. Entonces ¿Hay que paralizarlo todo? Si programar en esta situación puede generar malestar y críticas, la inactividad borrará de la memoria colectiva todo lo hecho anteriormente. Hay, pues, que seguir trabajando.

Qué, cómo, dónde, cuándo y para quién

Lo primero es tener claro donde actuamos, cual es nuestro público y que objetivo queremos alcanzar; algo obvio e inherente a nuestro trabajo desde siempre. Y si pensamos en una dimensión local,  como es la intención de este artículo, hemos de tener en mente que nos dirigimos a un marco geográfico concreto y a una población limitada. La misma para la que hemos estado trabajando hasta ahora. No perdamos esta perspectiva.

Para comenzar, podemos programar cualquier actuación o evento que no presente dificultades técnicas para ser grabada con una calidad razonable. Conciertos, cuentacuentos, magia, teatro, preferentemente de pequeño formato.

Actualmente se pueden encontrar servicios de grabación de audio y video con una buena relación calidad-precio.

Los eventos pueden grabarse en espacios de la localidad o la comarca. Mejor que se trate de lugares reconocibles y a poder ser emblemáticos que, además de vincular el evento con la audiencia local, refuercen el valor patrimonial de la población ante posibles audiencias externas. También puede hacerse en estudio, utilizando tecnología croma, en la que la acción es integrada en una imagen.

Una forma de presentar la programación es creando una agenda en la que se van iniciando consecutivamente los eventos, que ya se mantendrán visibles a partir de ese momento, con o sin fecha límite de exhibición.

También hemos de preguntarnos si nuestra audiencia potencial utiliza los dispositivos y medios que les permitirán acceder a la actividad programada. Hoy en día la respuesta es que un alto porcentaje de la población tiene acceso directo a internet y, en el caso de los mayores, tienen acceso a través de sus familiares más jóvenes.

Y aquí un apunte importante que jamás puede descuidarse al programar, tanto presencial como virtualmente. Hay que dedicar recursos a la difusión de la programación con todos los medios disponibles; bandos, redes sociales, carteles, medios de comunicación locales, etc.

Para terminar, cabe insistir en que cuando queremos programar online hemos de considerar las audiencias razonables que cada acción puede alcanzar y no las grandes cifras que a veces se manejan en internet. Un repaso a experiencias locales recientes permite afirmar que buena parte de las audiencias online superan a las propuestas presenciales, llegando a duplicarlas y triplicarlas. 

Por tanto, podemos concluir que los eventos virtuales son una alternativa realmente factible y efectiva para programar cultura y resultan accesibles para todos los públicos.